La Orden Civil de Beneficencia fue una distinción civil española que tenía por objeto recompensar actuaciones o servicios considerados extraordinarios realizados en el transcurso de calamidades públicas, fue creada el 17 de mayo de 1856, reinando Isabel II, y derogada en 1988, nunca estableció el tratamiento de benemérito para los recompensados con la orden.
El Real Decreto de 12 de junio de 1886, otorgaba el título de Benéfica a las corporaciones municipales y provinciales que, distinguidas por su abnegación y heroísmo. hubiesen ganado colectivamente la Cruz de la Orden Civil de la Beneficencia en cualquiera de sus grados.
La Real Orden Circular de 17 de noviembre de 1923 disponía que los poseedores de la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia tendrían el tratamiento de excelencia.
En virtud del real decreto número 2088 de 4 de octubre de 1929 se concedió la Gran Cruz con Distintivo Negro y Blanco de la Orden Civil de Beneficencia a los cuerpos de la Guardia Civil y de los Carabineros por su labor en auxilio de las víctimas de incendios, inundaciones y naufrágios. Este hecho explica la utilización del adjetivo benemérita como sobrenombre para referirse a este cuerpo de seguridad.
En 1929, el rey Alfonso XIII otorgó a la Guardia Civil el título de “Benemérita” en reconocimiento a su mérito y a los importantes servicios prestados a la sociedad española. La palabra “benemérita” proviene del latín “bene meritus”, que significa “bien merecido” o “digno de recompensa”. Este título honorífico fue concedido como una muestra de agradecimiento y aprecio por los destacados servicios que la Guardia Civil había realizado desde su fundación en 1844.
El apodo de “La Benemérita” para la Guardia Civil tiene su origen en un reconocimiento honorífico que destaca la labor y el servicio prestado por este cuerpo de seguridad a la sociedad española. La historia detrás de este título se remonta a principios del siglo XX.